Poco queda del esplendor de la antiguamente conocida como Ciudad de Plata debido a que poseía las minas más ricas de este metal de toda Sudamérica. Como no conseguimos un buen precio fuimos al hostal Brisas del Titikaka donde gracias a Iván, un genio del regateo -estoy seguro que en su árbol genealógico debe tener antepasados moros-, logramos una habitación doble por 20 soles. La razón de su atractivo turístico es que su puerto sirve como punto de partida para recorrer en barco los vastos dominios del Lago Titicaca, el más alto y navegable del mundo.